Primer capitulo “Yo argumento” por PADILLA Constanza, DOUGLAS Silvina, LOPEZ Esther


 PADILLA Constanza, DOUGLAS Silvina, LOPEZ Esther (2011), Capítulo 1 “¿Argumentar? ¿Cuándo? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Cómo?”: Niveles de análisis” en Yo argumento, Editorial Comunicarte, Córdoba - Argentina, páginas 19-33

Capítulo 1 ¿Argumentar? ¿Cuándo? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Cómo?

Lo que nos caracteriza como seres racionales es la capacidad de argumentar. Desde el momento en que conseguimos dar razones explícitas de nuestras afirmaciones a los otros iniciamos el camino de la razón dialógica que va a atravesarnos durante toda nuestra vida, a no ser que intencionalmente nos aislemos y nos encerremos en nuestros monólogos. Gradualmente, vamos cayendo en la cuenta de que para conseguir cosas de los otros podemos actuar de diversas maneras: primero con el llanto, luego con los señalamientos, más tarde con las primeras palabras y más adelante con razones.

En toda situación argumentativa, no sólo importa aquello sobre lo cual se argumenta (objeto de discusión) sino también quiénes argumentan (interlocutores), con qué intenciones y en qué contextos lo hacen.




I.I APORTES DE LA FILOSOFÍA: GRADOS DE CONVERGENCIA CRÍTICA

El destacado filósofo argentino, Ricardo Maliandi, habla de razón dialógica, partiendo del supuesto de que razonar implica dialogar, en la medida en que involucra dos funciones básicas:

• Fundamentación: capacidad de dar “razones”;

• Crítica: conciencia de los límites de las “propias razones” y apertura hacia “otras razones”.

El concepto de conflictividad es uno de los principios de su ética convergente, en tensión constante con el concepto de consenso. Esto le permite plantear tres posturas distintas en un discurso argumentativo, correspondientes a tres grados ascendentes de lo que él denomina convergencia crítica.

Hay tres tipos de posturas:







  • Postura estratégica

Se sustenta en una perspectiva egocéntrica consciente, no consciente o semiconsciente, ya que quien argumenta (el enunciador) no conceptualiza al destinatario como un interlocutor que también puede tener un punto de vista válido y distinto sobre un tema. Es por esto que la argumentación es persuasiva, retórica y apunta a forzar la opinión del destinatario, imponer su propio punto de vista o refutar el contrario.

• Postura comunicativa divergente

Con subsistencia del egocentrismo, la argumentación tiende a la resolución del desacuerdo, pero con el presupuesto, no declarado, de que el acuerdo favorecerá la opinión propia y no la del oponente. Es decir, en esta postura ya se conceptualiza al interlocutor como un oponente con un punto de vista diferente al propio pero la argumentación sigue subordinada a quien defiende cada punto de vista, con la idea de que alguien debe ganar y alguien debe perder.

• Postura comunicativa convergente

En esta postura el interlocutor no aparece ya como oponente, sino como cooperador en la tarea de enfrentar un problema; es decir, ya no se enfrentan los interlocutores entre sí, sino que ambos establecen una alianza para enfrentar y resolver un problema. Cada argumentante solicita y espera los contraargumentos del interlocutor para el avance dialéctico, pero con la presuposición compartida de la disponibilidad para rectificar las propias opiniones. Es decir, en este caso ya no se prioriza quién gana y quién pierde sino que incluso hay una actitud tácita de pensar que ambos pueden ganar con la resolución de un problema.


Maliandi destaca que el diálogo crítico sólo es posible cuando los participantes están, en efecto, dispuestos a modificar, eventualmente, sus propias opiniones, y a subordinar sus propios intereses al acuerdo intersubjetivo. El anhelo de una sociedad civilizada- se construye sobre esa tensa relación entre consenso y conflictividad, que implica buscar acuerdos pero también objetivar el disenso, a partir del reconocimiento y respeto (no simplemente tolerancia) hacia la diversidad individual y cultural.

1.2 APORTES DEL PENSAMIENTO CRÍTICO

El pensamiento crítico, es un movimiento que nació en Estados Unidos en los años 60, en el seno de la Psicología cognitiva, y en la aplicación al campo pedagógico, a partir de la dé cada del 80, a través de diversos programas de “enseñar a pensar”.

Podría sintetizarse en los siguientes aspectos:

• Evolución desde una perspectiva monológica, que pone el acento en el sujeto que evalúa la

validez de su propia argumentación o de la ajena, hacia una perspectiva dialógica y dialéctica, que destaca la dimensión intersubjetiva de la noción, por cuanto involucra un intercambio entre puntos de vista opuestos, con la consiguiente evaluación de sus fortalezas y debilidades.

• Relacionado con este planteo de dialogicidad, se aprecia una evolución desde una visión objetivista o neutra, que plantea habilidades generales de pensamiento crítico que se desarrollan sobre la base de estándares o principios universales, hacia una visión intersubjetiva, que plantea, por una parte, el debate entre habilidades generalizables (universales) vs. habilidades específicas de dominio (J. Me Peck, 1981), ligadas estas últimas a los diferentes campos del saber; y por otra, deja abierto el camino para la consideración de la intersubjetividad, a la luz de la interculturalidad, que implica no ya simplemente un diálogo entre sujetos sino entre grupos culturales, con modos distintivos de pensar y conceptualizar el mundo.

• Evolución desde una concepción atomicista y taxonómica de las microhabilidades implicadas (analizar argumentos, examinar supuestos, reconocer contradicciones, etc.) a una integración de éstas en una concepción más global, a través de macrohabilidades, que implican, entre otras cuestiones, comparar perspectivas, interpretaciones, teorías; refinar generalizaciones, desarrollar una perspectiva propia, etc. (R. Paul, 1991)

• En relación con lo anterior, evolución desde una perspectiva estrictamente cognitiva a enfoques que incluyen aspectos actitudinales (afectivos y volitivos). R. Paul (1991), por ejemplo, plantea la necesidad de integrar en el concepto de pensamiento crítico no sólo las micro y macro habilidades intelectuales, sino también una serie de rasgos mentales, denominados virtudes intelectuales que transforman el pensamiento egocéntrico y parcial en un pensamiento amplio e imparcial. Para presentar y graficar estas virtudes recurrimos nuevamente a algunas historietas de Quino.


LAS VIRTUDES INTELECTUALES

• Independencia intelectual: disposición y compromiso para el pensamiento autónomo.

• Curiosidad intelectual: disposición para preguntarse acerca del mundo y buscar explicaciones a las discrepancias.

• Coraje intelectual: conciencia de la necesidad de reflexionar imparcialmente sobre puntos de

vista hacia los cuales tenemos fuertes emociones negativas.

• Humildad intelectual: advertencia acerca de los límites de nuestro conocimiento, que se traduce

en la voluntad de reconocer lo que no sabemos y nos habilita a considerar posturas distintas a

las nuestras.

• Empatia intelectual: ponernos imaginativamente en el lugar de los demás para intentar entender

sus puntos de vista.

• Integridad intelectual: reconocimiento de las necesidad de ser veraces y consistentes; exi girnos la misma rigurosidad y prueba que pedimos a nuestros antagonistas; practicar lo que defendemos; admitir honestamente las discrepancias entre nuestros pensamientos y acciones.

• Confianza en la razón: confianza en que aprenderemos a pensar por nosotros mismos y a encontrar soluciones a partir del diálogo y de razones dirimidas en la interacción.

• Imparcialidad: conciencia de la necesidad de considerar todos los puntos de vista sobre un problema, prescindiendo de intereses sectarios.

Como hemos podido observar, los aportes recién considerados permiten reflexionar sobre la argumentación desde una perspectiva más amplia, enriqueciendo la visión estrictamente lingüística, la cual, si bien es fundamental, no es suficiente para dimensionar adecuadamente la importancia que tiene la argumentación en todos los ámbitos de la vida cotidiana e institucional.

1-3 APORTES DE LAS TEORÍAS DE LA ARGUMENTACIÓN

Hay dos modos de abordaje del fenómeno argumentativo:

• La perspectiva retórica: Considera la argumentación como una operación discursiva, a través de la cual un sujeto trata de provocar la adhesión de otro a una tesis u opinión, a través de razones o argumentos (Álvarez, 1996). Es decir, se pone el acento en las estrategias discursivas que utiliza un enunciador para lograr un determinado efecto en los destinatarios, con respecto a un objeto de opinión.

• La perspectiva pragma-dialéctica: Concibe la argumentación como una discusión crítica, cuyo propósito es contribuir a la resolución de una diferencia de opinión. En este caso, se focaliza la atención en la interacción de interlocutores que buscan resolver un desacuerdo; en las reglas de discusión crítica que regulan esta interacción y en las violaciones de estas reglas (falacias) que ponen en peligro la validez de la argumentación.

En relación con estos enfoques, los estudios más recientes ponen de manifiesto cuatro cuestiones importantes para el avance de las teorizaciones:

• El intento de acercamiento entre perspectivas retóricas y dialécticas.

• El énfasis en la consideración de la argumentación desde una perspectiva interaccional.

• La necesidad de dar cuenta de los factores emocionales, inherentes de la discusión argumentativa.

• La conveniencia de articular los estudios de argumentación con las diferentes líneas de análisis del discurso.

PERSPECTIVA RETÓRICA

La argumentación es una operación discursiva, a través de la cual un sujeto trata por medio de su discurso de provocar (aumentar, reforzar), razonadamente, la adhesión de otro (cambiar o influir en su postura o en su comportamiento) a una tesis u opinión. Un sujeto enunciador trata de influir sobre las opiniones de un destinatario por medio de su discurso.

La fuerza ilocutiva de toda argumentación es una interacción por medio de la cual un sujeto trata de cambiar algo en el orden de las ideas o las opiniones de los demás, mediante el uso de las palabras, lo cual implica poner el acento en el aspecto discursivo, verbal. Esto marca la diferencia con la acción física (la violencia), que es el límite de toda argumentación.

Si alguien intenta influir sobre las opiniones de otra persona, por medio de su discurso, es porque estima que esa persona es sensible a las razones.

Sin embargo, conviene distinguir:

• Una argumentación basada en el razonamiento, como en el caso de la argumentación científica, en la cual las diversas tesis y argumentos que las apoyan son planteados abiertamente por el argumentador para convencer a los destinatarios.

• Una argumentación persuasiva, que se da por ejemplo, en los avisos publicitarios, en la propaganda política y en el discurso político en general, en los cuales no se discuten abiertamente puntos de vista diversos ni se recurre al razonamiento formal, sino que opera sobre la voluntad, los sentimientos y las pulsiones más elementales, con el objetivo át persuadir al destinatario para que compren tal o cual producto, para que vote a tal o cual partido o para que adhiera a determinada ideología.

PERSPECTIVA PRAGMA-DIALÉCTICA

Centra su atención en el aspecto dialógico, en la medida en que la considera básicamente como una discusión crítica cuyo propósito es contribuir a la resolución de una diferencia de opinión o una disputa. En este caso, entonces, prioriza la consideración de la interacción de dos o más interlocutores que buscan resolver un desacuerdo, de las reglas que regulan la misma y de las violaciones de estas reglas que no permiten llegar a un acuerdo.

Para ello, esta teoría postula diez reglas para el desarrollo de una discusión crítica, junto con las violaciones más frecuentes que constituyen una reinterpretación de las falacias tradicionales, a la luz de parámetros lógicos, pragmáticos y éticos.

Con la expresión pragma- (pragmática), manifiestan su filiación explícita a la teoría de los actos de habla de Austin (1962) y Searle (1979) por cuanto valoran que, para el estudio de la argumentación, es necesario hacer referencia a tres cuestiones clave del estudio del lenguaje desde una perspectiva pragmática: el contexto de uso, las intenciones de los interlocutores y los implícitos. Esta teoría entonces busca encontrar un equilibrio entre una perspectiva normativa y una descriptiva. Partiendo de que la argumentación e cotidiana está atravesada por múltiples factores subjetivos.


 

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